En esta oportunidad los invitamos a seguir creando y experimentando con la música en el cine. Pero antes de pasar al ejercicio de esta semana, es muy importante aprender un poco más sobre sus usos y su capacidad expresiva.

Hoy en día resulta casi imposible concebir la vida sin música. Nuestros teléfonos y otros aparatos tecnológicos nos permiten reproducir virtualmente cualquier canción en cualquier momento y lugar. De una forma u otra, cuando nos ponemos nuestros audífonos, estamos musicalizando nuestra vida. 

Pero no siempre fue así. Incluso el cine, que hoy resulta casi imposible disociar del sonido y la música, en sus inicios fue silente. Por supuesto, muchos vieron la necesidad de musicalizar de alguna forma las imágenes en movimiento, por lo que muchas exhibiciones de películas eran acompañadas por un pianista o una banda en vivo.

Todo cambió radicalmente en 1927, cuando El cantante de jazz (Alan Crosland, 88 min) se convirtió en el primer largometraje comercial en utilizar sonido sincronizado. Esto significa que podíamos escuchar a los personajes hablar y, por supuesto, la música que acompañaba a la película. Desde ahí en adelante todo fue sonido y música para el cine. Los realizadores y realizadoras demoraron muy poco en darse cuenta de las posibilidades expresivas de la música y comenzaron a hacer que sus personajes hablaran, cantaran y tocaran instrumentos musicales. Además contrataban a talentosos músicos para que compusieran música para sus películas. 

La música y los géneros

Poco a poco, ciertos tipos de música extradiegética (como ya hemos visto, aquella que está “fuera del relato”, también llamada “música incidental”) fueron asociándose a algunos tipos de historias. Así, los westerns, las películas de terror, de suspenso, las comedias y los romances comenzaron a utilizar música que las distinguía y que realzaba o intensificaba la acción. Resulta difícil imaginarnos una música diferente para esta clásica escena del western La diligencia (John Ford, 1939, 99 min).

Algunas composiciones se han vuelto tan icónicas que con tan solo escucharlas recordamos a qué películas pertenecen. Si pensamos en películas como La Guerra de las Galaxias (George Lucas, 1977, 121 min), El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972, 175 min), Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960, 109 min) o El bueno, el malo y el feo (Sergio Leone, 1966, 161 min), es casi imposible no pensar en los temas que las acompañan.

Aunque las composiciones creadas específicamente para el cine son muy comunes, también hay directores y directoras que utilizan canciones que ya han sido grabadas para acompañar sus películas, también con fines narrativos y estéticos. 

A continuación te invitamos a ver algunos ejemplos de música en el cine chileno con diferentes usos expresivos y narrativos:

Como puedes ver, la música en el cine tiene infinitas posibilidades expresivas. Una composición tiene el poder de intensificar la acción en una secuencia o, por el contrario, cambiar completamente el sentido de la misma. 

Ahora te invitamos a experimentar con un ejercicio de creación donde podremos apreciar el poder expresivo de la música. Para esto deberás filmar una breve secuencia en no más de cinco planos. Puede ser una situación de cualquier índole: cómica, de suspenso, horror, romance, o cotidiana. Cuando la hayas registrado, editarás dos versiones, cada una con una música extradiegética diferente, para ver cómo cambia el sentido de la secuencia y las sensaciones que transmite.

No es necesario que tú crees la música para tu secuencia, pues en internet existen muchos sitios web que contienen una gran cantidad de composiciones gratuitas para descargar, y que puedes utilizar libremente* en tus secuencias. En nuestro sitio web hemos recopilado algunos.

Objetivo

Filmar una breve secuencia de no más de tres minutos y editarla con dos temas musicales diferentes.

Materiales

– Una cámara o teléfono celular con cámara.

– Un computador o teléfono con programa de edición (puedes encontrar algunos programas gratuitos en este enlace).

– Dos pistas de audio, que puedes descargar desde internet. Acá te recomendamos algunos sitios. Procura que sean diferentes la una de la otra. Por ejemplo, una podría ser un jazz muy suave, mientras que la otra puede ser una frenética música punk.

Llamado a la acción

1. Piensa o escribe una situación (no más de dos párrafos) que pueda ser acompañada por música. Para este ejercicio te recomendamos utilizar música extradiegética, aunque si prefieres también puedes utilizar música diegética (para entender las diferencias entre cada una, revisa esta actividad). Piensa en una situación que podría tener un sentido diferente dependiendo de la música. Por ejemplo, una secuencia donde el personaje se tropieza podría tener un sentido dramático o cómico, dependiendo de la música.
2. Filma la situación. Te recomendamos no más de cinco planos, aunque pueden ser menos, incluso un plano secuencia.
3. Busca y descarga las pistas de audio que acompañarán la secuencia. Tómate tu tiempo y piensa en cuáles podrían crear sentidos diferentes para la secuencia.
4. Con un programa de edición, monta dos versiones de la secuencia, cada una con una música diferente. ¿Qué sensaciones te genera cada una?
5. Comparte tu creación con los demás a través de redes sociales, utilizando el hashtag #CineClubEnCasa