Durante el 2021 en el Liceo Malaquías Concha de La Granja, las estudiantes de PIE de enseñanza media tuvieron un segundo semestre para descubrir el origen del cine y la industria nacional. Una de las psicólogas del Programa, Nelda Hip, tomó durante ese año el curso online del Programa Escuela al Cine, e instaló un cineclub para ellas. ¿Cómo fue el proceso? ¿Qué cambió para las estudiantes?
Nelda llegó al liceo en 2008 para implementar el Programa de Integración Escolar (PIE). A partir de ahí, usaba sus horas para hacer talleres bajo una metodología lúdica, estimulando memoria, análisis, resolución de problemas, organización y otras debilidades.
Cumpliendo con la integración intelectual, Nelda siempre pensó en buscar algún tipo de actividad para satisfacer la necesidad de la integración emocional de estudiantes PIE. “Por una cosa personal siempre me ha gustado el cine”, comienza a explicar la psicóloga. “El año pasado me llegó la información del curso y me interesó. Averigüé, hablé con mi director y me autorizó a hacerlo, siempre pensando en implementarlo con niños con Necesidades Educativas Especiales porque generalmente no tienen mucho acceso a otro tipo de áreas de desarrollo”.
Nelda aclara que “si bien en el colegio hay actividades extraprogramáticas, los chiquillos PIE no participan. Por eso el año pasado hice un piloto exclusivamente para ellos y ahora espero hacerlo abierto a toda la comunidad del colegio”. Los últimos meses del año los dedicó a inaugurar su cineclub junto a las estudiantes que conoce desde que ingresaron al colegio. “Tuve la intención de que fueran puras mujeres, porque sentí que era necesario para ellas. Hay otros temas asociados al área emocional, podía ser un espacio favorecedor para ellas porque tienen vivencias parecidas y creo que a través de la apreciación de cosas nuevas pueden motivarse”.
Mientras hacía el curso del Programa les contó a sus alumnas la idea de realizar un taller de cine. Después de acomodarlo en el horario, comenzó con las sesiones por zoom y luego presenciales con estudiantes entre 14 y 20 años. “Lo primero que hice fue activar conocimiento, si sabían del cinematógrafo y esas cosas. Después vimos principalmente cortos de stop motion, porque una de las niñas del grupo tiene TEA y le gusta mucho todo lo manual, esa técnica no la conocían y fue super sorprendente para ellas”, dice la psicóloga.
Repasaron la Colección de Cortometrajes animados usando una perspectiva de género e hicieron algunas de las actividades presentadas por las fichas de actividades, Nelda recuerda “las chicas tienen hartos problemas de autoestima, les cuesta grabarse, pero igual lograron hacer el ejercicio. Alcanzamos a hacer un minuto Lumière”.
Descubrieron el origen del cine chileno con el Paseo a Playa Ancha, adquirieron nociones de lenguaje cinematográfico con análisis de planos en fragmentos y, además, generaron un espacio de seguridad y confianza a través de nuevos lazos surgidos de la apreciación.
“Pasó algo super curioso con alumnas que no eran del mismo curso y no se conocían previo al taller. En el recreo se dieron cuenta que una de las chicas no la estaba pasando muy bien, necesitaba contención, entonces fueron a hablar conmigo. Pidieron ayuda aunque les costara. Se sienten protegidas y contenidas en este espacio”, cuenta Nelda.
“Desde la emoción es mucho más fácil que los estudiantes en general se acerquen y logren interés. La estimulación cognitiva no sirve si no va con la emoción. Mi colegio está en un contexto muy vulnerable y desde la emoción se abren un montón de puertas con los chiquillos. La emocionalidad falta en la educación. Si el niño anda mal porque le pasó algo en la casa, puedo decirle que no rinda hoy”, explica Nelda sobre el espacio generado en el cineclub.
Este año, el plan de la psicóloga es ampliar la convocatoria del taller a toda la escuela y, dependiendo de la repuesta, espera que las primeras integrantes del cineclub sean las tutoras del resto de los estudiantes.