Durante el mes de septiembre viajé por Chile presentando “El Gran Circo Pobre de Timoteo”, dentro del Programa Miradoc, de la Corporación Chiledoc. Además de llevar cine ahí donde no llega el cine, este programa ofrece la posibilidad que el público pueda conversar con los realizadores luego de cada función. Tras esa experiencia, presentar el documental para el Programa Escuela al Cine a escolares en Punta Arenas, marcó una diferencia y abrió un mundo tremendamente interesante.
La exhibición del largometraje documental “El Gran Circo Pobre de Timoteo” en el Liceo Juan Bautista Contardi, y la posterior conversación con los alumnos de dos cursos de segundo medio me hizo reforzar la idea de lo poderoso que puede llegar a ser el cine como herramienta pedagógica.
Los alumnos, liderados por la profesora Cindy Bruna, llegaron a las 8 am con plena conciencia, interés e información respecto de la actividad Escuela al Cine, y luego presenciaron con respeto y en silencio el documental. La presencia del director del colegio, Aliro Quezada, sin duda da cuenta de lo importante que es el compromiso que el establecimiento adquiera con el programa, desde su más alta autoridad.
Por su parte, para los realizadores y productores es importante verificar que las exhibiciones se realizan en una sala mínimamente preparada y con equipos básicos adecuados.
Fue una actividad muy bien organizada y dirigida, donde participó el curso y los estudiantes del cine club del Contardi. Estos últimos habían hecho un visionando previo y prepararon preguntas en conjunto. La charla se desarrolló en torno a las preguntas pauteadas por los alumnos del cine club, como las realizadas espontáneamente por el resto del curso. Las dudas planteadas tuvieron que ver con cuestiones de producción (tiempos de rodaje), aspectos de la vida de los personajes (la elección del protagonista) y, lo más importante, aspectos creativos, temáticos y emotivos. Los niños querían saber cuál es la motivación por contar una historia, cómo es vivir en un circo, si los transformistas sufren de discriminación, cuáles son los vínculos que se establece con los personajes.
Además de una herramienta para enseñar, ha sido posible constatar también cómo el cine se convierte en un instrumento formador de pensamiento crítico, creativo y de conexión con la realidad. El visionado de una película y el diálogo en torno a ella, otorga una infinidad de medios de aprendizaje. El cine da la posibilidad de que los alumnos comprendan dónde están parados, quiénes son y, desde ahí, cuál es su postura respecto de lo que les sucede a ellos y a su entorno.
Felicito el Programa Escuela al Cine y, con la expectativa de que se fortalezca, sería interesante que explorara, junto con estas actividades, el camino del hacer, del componente más oficioso de la práctica cinematográfica. Haciendo, los niños no solo aprenden una técnica sino que desarrollan múltiples habilidades y competencias que tienen que ver con la relación con su entorno social, y que terminan por transformarse en aprendizajes de vida.
*Lorena Giachino es Directora y guionista del documental «El Gran Circo Pobre de Timoteo».