El Liceo Berta Zamorano Lizana, ubicado en Coltauco, región de O’Higgins, ha mantenido por años una tradición de enseñanza cinematográfica gracias a la academia de cine que ahora codirige la profesora de lenguaje Germaine Soto, quien fuera alumna del mismo liceo y de la profesora Inés Mardones, fundadora de esta iniciativa. Esta academia ha expandido sus horizontes, abriendo nuevos espacios de aprendizaje y creación para los estudiantes.
«La academia de cine lleva más de 20 años funcionando», comenta Germaine Soto, quien asumió un rol de liderazgo en conjunto con la profesora Inés. «Este año se nos dio la posibilidad de ofrecer talleres en horas de libre disposición, y propuse un taller de cine para abarcar otro grupo de alumnos». Así, la academia se complementa con talleres destinados a estudiantes de 1° a 2° y de 3° a 4° medio, con el fin de proporcionar una formación cinematográfica más integral.
La metodología de trabajo en la academia y los talleres de cine se caracteriza por un enfoque progresivo que abarca desde la apreciación cinematográfica hasta la creación de cortometrajes. «Con la academia vamos más seguido al cine», explica la profesora Germaine. «El primer semestre nos enfocamos en la apreciación cinematográfica, específicamente de cine chileno. El segundo semestre exploraremos la creación cinematográfica para obtener cortometrajes que presentaremos en un festival de cine que organiza la academia».
Este festival, que ya se ha realizado en tres ocasiones, es una convocatoria interna para los estudiantes del liceo. «Esperamos hacer una cuarta edición este año», señala la docente. La intención es que estos talleres y la academia continúen a lo largo del tiempo, permitiendo a los estudiantes un mayor acercamiento al cine y evaluando su avance continuamente.
Germaine subraya la importancia de estas actividades extracurriculares, especialmente en un contexto donde el acceso al cine no es tan común como podría pensarse. «Este año hemos participado en los estrenos para estudiantes de enseñanza media del Programa Escuela al Cine en Rancagua, y nos hemos dado cuenta de que muchos estudiantes no habían ido al cine. Ahí es cuando pienso que estamos abriendo los mundos de los estudiantes, sus miradas y sus fronteras culturales», reflexiona la profesora.
Además del acercamiento al cine, Germaine está tratando de que sus estudiantes desarrollen gustos o habilidades fuera del ámbito estrictamente académico: “A veces los chicos se resisten a hacer algo fuera de lo tradicional, están acostumbrados al trabajo con nota, no a cultivar algo solo porque les gusta, están aprendiendo que no todo tiene que ver con una calificación, es un cambio de pensamiento pedagógico, está en proceso”. Sobre la formación audiovisual, la profesora comenta: “Hay muchos recursos disponibles, ellas y ellos saben editar videos, pero no lo manejan realmente ni están al tanto de todas sus posibilidades, por eso es necesario que conozcan lenguaje cinematográfico”.
En el taller con cursos superiores, la reflexión y la apreciación estética se ligan estrechamente con el currículum de lenguaje y literatura, mientras que, en niveles más bajos, el descubrimiento del cine chileno ha sido revelador. «La primera vez que vimos una película chilena pensaron que iba a ser muy aburrido, pero a partir de esa negativa, la segunda vez vimos un cortometraje que se llama El tesoro de los caracoles (Cristián Jiménez, 2004), y se convencieron de que el cine chileno puede ser cautivante».
Para Germaine, el cine no solo es una herramienta pedagógica, también ha sido un medio para la introspección y la empatía. «Siento que con el cine nos exponemos a otras realidades y también les sirve a los estudiantes para verse identificados en la pantalla, pueden hacer una introspección de lo que les pasa a ellos y a su alrededor».