Katia Arias: “Es urgente reactivar las escuelas en función de las artes”

El cineclub del Liceo Comercial Diego Portales de Rancagua es uno de los talleres con más trayectoria de la Red de Cineclubes Escolares. La docente a cargo, Katia Arias, se unió a la Red en 2014 y desde ahí, ha perfeccionado sus conocimientos audiovisuales a la par con sus estudiantes, transformando el cineclub en la Academia de Cine Luminus. ¿Cómo fue esta evolución?

En ese entonces, Katia quedó a cargo del Departamento de Extensión y Cultura del liceo, con el fin de formar espectadores para todas las disciplinas artísticas. “Participábamos de jornadas a través del CNCA, formé un taller con estudiantes para sacar fotos, hicimos una revista y muchas actividades culturales ligadas al mundo cinematográfico”, recuerda la profesora de Lenguaje.

Poco tiempo después recibió la invitación de la Cineteca Nacional para realizar un curso de capacitación en cine, algo que cambió radicalmente la actividad cultural en su liceo, “calzó super bien porque se orientaba a lo que yo quería hacer en el colegio. Después de eso, implementé mi primer cineclub e intentamos hacer un documental con los chiquillos. Nunca más hice otra cosa que no estuviera enfocado a lo audiovisual”, dice Katia.

Varias generaciones de estudiantes han sido parte del taller extraprogramático del liceo, realizando colaboraciones con diversas instituciones. Además de cartas fílmicas enviadas a colegios de Santiago en coordinación con Gaticine y cortometrajes realizados junto a talleristas locales gestionados por el Programa Escuela al Cine, los estudiantes del cineclub acompañaron a Katia a clínicas de cine en el Instituto de Altos Estudios Audiovisuales de la Universidad de O’Higgins.

El gran salto fue en 2017 con la creación de la Academia de Cine Luminus. Desde ahí, Katia y sus estudiantes comenzaron a registrar todos los eventos importantes de la comunidad educativa, como encuentros deportivos, presentaciones artísticas y premiaciones. “Después veíamos esos videos en reuniones de apoderados, cuarenta salas reproduciéndolos, así los apoderados se enteraban de todo lo que hacían los estudiantes”, comenta la profesora.

Como en todos los espacios educativos, la actividad de la academia ha sufrido diversos cambios y pausas, pero sigue manteniéndose vivo, según las palabras de Katia “aunque sean dos estudiantes, siempre mantenemos la comunicación, estemos en paro o pandemia”.

Algo que ha contribuido mucho al trabajo de Katia con su taller es pertenecer a la Red de Cineclubes Escolares: “me encanta estar en la Red, hemos evolucionado mucho y vivido experiencias gratas. Es un espacio muy importante porque nos dedicamos a aprender, conversar cosas que a todos nos importan ligadas a la educación, el cine y las artes, y fortalecer la convivencia entre nosotros. Me enriquece, he aprendido un montón, el cuerpo que se forma es muy ameno, se esmeran por nosotros y vamos juntos avanzando”.

Educación artística en establecimientos técnicos

Además del extenso trabajo de apreciación y creación cinematográfica, la particularidad del cineclub de Katia es el espacio donde se desarrolla, un liceo con especializaciones técnicas. ¿Cómo se desarrolla la actividad artística en un liceo técnico profesional?

“Es complejo porque el foco de los muchachos está orientado a la especialidad que ellos van a estudiar. Es complejo, pero no imposible”, comienza a explicar Katia, y agrega “deberían existir más horas obligatorias de arte, porque los estudiantes necesitan entretenerse, estimularse, emocionarse y motivarse con el arte, dejar un poco el tema de la lógica porque los chicos actúan en función de lo que se les enseña. Es urgente reactivar las escuelas en función de las artes, todas enriquecen. Necesitamos profesores más preparados para eso, capacitaciones transversales para humanizarse en relación con el arte, porque siempre son pocas horas para todo lo que es esencial para la integridad humana. Existe una necesidad de los docentes y los alumnos. Es importante, es necesario para todos, son situaciones de mucha distensión para recuperar y desarrollar habilidades blandas, ser más sensibles y mejores personas”.

Además del cineclub, Katia también implementa la apreciación cinematográfica en sus horas de lenguaje, tratando también de implementar nuevas formas de evaluación. “A veces discuto con mis estudiantes porque les planteo hacer obras o presentaciones en vez de una prueba y me dicen ‘¿por qué hacer el ridículo?’ y bueno, al menos uno se acuerda de esas experiencias. Ahí ellos se dan cuenta de la costumbre de la educación institucional y que están siendo formados para ser productivos y no ser personas sensibles”.

En esa línea, la actividad del taller de cine este año se enfocará en la convivencia escolar. “Estoy empezando con la difusión de la convocatoria para la academia, les voy a proponer grabar un documental sobre la violencia y hacer entrevistas para saber qué piensan de eso”, proyecta Katia.

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