El Canal 23 de Chimbarongo emite el programa Un lugar llamado INCHI, en el que en seis capítulos retrata el día a día del Instituto Chimbarongo. INCHI es un colegio científico-humanista de kínder a 4° medio, con una opción nocturna de educación para adultos.
En el quinto capítulo del programa, el Canal 23 destacó el cineclub que, desde el segundo semestre, el profesor Jorge López implementó para los adultos que durante 2022 cursaron 3° y 4° medio. “Siento que hemos aprendido a investigarnos a nosotros mismos, nuestras personalidades, ha sido muy bueno y productivo. Aprender a editar es como abrirte una puerta a otro mundo. Estoy muy agradecida, jamás pensé que iba a estar estudiando cine, para mí era solo sacar mi enseñanza media”, dijo la estudiante Tiare González durante la entrevista.
Desde el 2018, Jorge implementa un cineclub escolar en el British College de la comuna. Este año le comentó a la coordinadora de INCHI esta iniciativa y juntos decidieron llevarla a cabo en el instituto. Jorge se encargó de planificar las sesiones y el establecimiento de conseguir aros de luz, trípodes y micrófonos de solapa.
“Estaba nervioso por hacer creación con adultos, no sabía si los iba a motivar porque a esa hora llegan del trabajo muy cansados, pero me la jugué”, recuerda el docente. Jorge implementó el taller de cine en la clase de TICs, armó una presentación y cada clase fue una tarea para trabajar en el colegio.
Hicieron trabajo de planos, movimientos de cámara, ángulos, retratos de objetos y emociones, hablaron de cine y de sí mismos. Además de aprender a grabar, editar, actuar y hacer guiones, lograron dominar plataformas como Google Drive, Wetransfer, CapCut, InShot y Canva.
“Era un grupo muy diverso, jóvenes que venían del colegio de día, futbolistas, guardias de seguridad, temporeras, maestras sangucheras. Desde los 18 a los 58 años, personas que habían dejado de estudiar hace 20 o 30 años, entonces el desafío era el tema digital”, dice el docente.
Jorge recuerda que funcionaron como un colectivo, los más jóvenes actuaban como líderes para guiar el trabajo audiovisual y los mayores colaboraban con su conocimiento sobre películas: “yo les preguntaba qué películas les gustaban y luego decodificábamos lo que ellos veían en lenguaje cinematográfico. Los más adultos aportaron mucho, hasta vimos Akira Kurosawa. Uno a veces tiene el prejuicio de que las personas mayores no ven cine, porque más encima viven en el campo, pero consumieron mucho cine en su juventud”.
No solo conocieron nuevas tecnologías y aprendieron habilidades del siglo XXI, los estudiantes del taller de cine de INCHI también desarrollaron el trabajo emocional y encontraron una ventana para explorar el arte en un contexto educativo.
“El cineclub rompe el esquema de la sala de clases y la verticalidad entre profesor y estudiantes. Nosotros salimos a ocupar los espacios del colegio y los vi felices, yo también me sentí feliz”, cuenta Jorge agregando que “la actividad de retratar objetos nos dio pie para hablar de cómo nos sentimos durante la pandemia, todos nos abrimos para contar de qué forma nos había afectado”.
Sobre el arte, Jorge concluye que “en educación nocturna no hay clases de artes, TICs es lo que más se acerca porque yo le di ese giro. Algunos de los más jóvenes dibujan y cuando vimos planos se grabaron dibujando, hay personas que tejen, otros que hacen trabajos en mimbre, a través del lente pueden mostrar algo que no pueden explorar por un tema curricular. La falta de asignaturas artísticas para adultos es algo aún pendiente de resolver, porque puede traer múltiples beneficios.