Los años sesenta constituyeron en el siglo XX la gran década de las utopías: en miradas reformistas o más revolucionarias, había un consenso generalizado en la emergencia de superar “el viejo orden” de las sociedades en todos los ámbitos en que éstas se habían articulado. En definitiva, una “sensibilidad sesentista”[1] impregnó las conciencias, el modo de sentir y comprender el mundo, y quienes con mayor fuerza hicieron suya esta necesidad de cambios fueron aquellos que cuestionaron las hegemonías existentes ya fueran éstas de orden político, social, cultural, etc. Esto explica que variados intelectuales y artistas de nuestro continente, hayan dado un giro hacia Latinoamérica en vez de seguir mirando como hacia el Olimpo la cultura europea y norteamericana.
En el ámbito cultural, los cineastas latinoamericanos se plantearon la necesidad e importancia de no subyugarse al cine hegemónico de mercado, el cine hollywoodense y sus “estrellas”, al que concibieron como un cine alienado y despolitizado[2]; había que mostrar el “cine del Tercer Mundo”[3].
En Chile este cine del tercer mundo fue conocido como nuevo cine chileno[4], significaba sin duda una renovación y una nueva propuesta de parte de cineastas con una visión crítica y de compromiso , donde la realidad social serviría de “materia prima” para muchas de sus creaciones desarrolladas en el naciente cine experimental de la Universidad de Chile[5]. Uno de los cineastas que plasmó con gran maestría este cine crítico y de compromiso social, fue Miguel Littin en su película El Chacal de Nahueltoro.
En el Chacal de Nahueltoro, la historia trata sobre “la infancia, andar, regeneración y muerte de Jorge del Carmen Valenzuela Torres”, hombre campesino del sur de Chile, nacido en la pobreza, sin educación y con una infancia marcada por los golpes, escapa de su hogar a temprana edad, sobreviviente gracias a trabajos esporádicos en fundos y a robos/hurtos, sumido por el vicio del alcohol, conocerá en su deambular en un fundo, a una mujer viuda con cinco hijos pequeños llamada Rosa, la cual acoge a Valenzuela y posteriormente será expulsada violentamente por la policía de la casa en que vivía ya que el patrón de fundo consideraba que ya muerto su marido no había razón para que su familia se quedase. La mujer y sus hijos será guiada por Valenzuela a un lugar donde ubicarse, pero el hombre se embriagaría con vino resultando de una discusión con su pareja una violenta reacción que desencadenará un crimen homicida. Valenzuela asesina a Rosa y a sus 5 hijos, incluyendo una criatura de apenas meses de edad. El crimen causó tal conmoción que a su autor se le dio el apodo del “Chacal de Nahueltoro”, por la localidad en que fue llevado a cabo el crimen. Al ser descubierto el macabro suceso tras encontrar los cuerpos inertes, será perseguido, encarcelado y enjuiciado a la pena de muerte. A la espera de su destino en un centro penitencial de Chillán, por primera vez en su vida aprenderá a socializar, aprender a leer y escribir, realizar trabajos manuales y acercarse a la religión católica gracias a la acción de un sacerdote empeñado en su redención. Un periodista lo entrevistará numerosas ocasiones para dar cuenta de su progreso en la cárcel. A pesar de mostrar los notables cambios generados por las experiencias vividas en el centro penitenciario, y su gran arrepentimiento por el crimen cometido, el “chacal” será fusilado, generando un cuestionamiento a la decisión de la justicia sobre este caso.
El relato con el que Miguel Littin nos narra o cuenta esta historia está construido por cinco secuencias: la infancia de José[6], Andar de José, Persecución y apresamiento, Educación y amansamiento, y la Muerte de José. Pero no se inicia la historia con la infancia del protagonista, sino que con un presente donde es llevado por la policía desde la cárcel a reconstruir los hechos de su crimen, seguido por un grupo de periodistas y enfurecidos vecinos de la localidad, dispuestos a lincharlo con improperios y golpes luego de conocerse su autoría en los hechos. Dicho presente se ve interrumpido en el relato por una extensa retrospectiva de un “recuerdo pasado de aliento largo”, es decir, se recurre al racconto (analepsis) en la vida de “el chacal”, rompiendo el orden cronológico de la historia. El racconto permite al espectador adentrarse al mundo de desesperanza y violencia que marcó la vida del protagonista. La historia seguirá una secuencia cronológica desde la educación y amansamiento, hasta su muerte. En el caso del relato sobre Rosa, se recurre a un Flashback en el momento en que el patrón de su marido asiste al funeral, y luego la escena de la policía expulsándola violentamente con sus hijos de la casa por orden del mismo patrón que asistiera a su velorio.
El director arma su texto narrativo basado en el hecho real del crimen del “Chacal de Nahueltoro” ocurrido en el sur de Chile en 1960, utilizando fuentes de información de la prensa de la época, entrevistas de los periodistas, expedientes y documentos judiciales. La narración en esta película está a cargo del protagonista que va relatando su vida ante la justicia tras ser apresado, por tanto prima la configuración subjetiva, desde el punto de vista y percepciones del personaje. También podemos reconocer en el inicio de la película, la narración de las noticias periodísticas sobre el caso del chacal, para que el espectador sepa en qué época y lugar se desarrollan los acontecimientos.
Como el cine es lenguaje y comprensión de ese lenguaje, para analizar el mensaje que nos trasmite el director con esta película, para ello estableceremos el paralelo entre lo verbal y los códigos del cine. Analicemos la escena en que Valenzuela está siendo entrevistado en la cárcel por un periodista (y otros periodistas que lo graban y sacan fotos) antes de enfrentar la pena de muerte:
En un inicio se utiliza un plano general para describir la situación en la que se encuentra inmerso el personaje. El plano “se va cerrando” situando en primer plano la expresión de Valenzuela, expresando las emociones que lo inundan al hablar de su arrepentimiento, explicando la dura vida que ha tenido, sus expresiones faciales dan cuenta de ese dolor, y se concentra la mirada del protagonista cabizbaja, lastimera, incluso es tal la efectividad del plano, que se traspasa a la cámara la esperanza del “chacal” en la obtención del indulto a la pena de muerte. Destacar especialmente cuando se enfoca el plano en los pies del “chacal”: con grilletes apresando sus extremidades, usando unas humildes sandalias que marcan la diferencia con los lustres zapatos de quienes lo entrevistan, como si su origen social hubiera sellado su destino.
Cuando el periodista pregunta al protagonista sobre su arrepentimiento, el ángulo de la cámara que se mostraba inclinado para acentuar el dramatismo, se torna en ángulo picado, el rostro arrepentido y dolido del “chacal” marca su empequeñecimiento para dar cuenta de la vergüenza que ya “redimido” puede comprender.
En esta escena, los movimientos de cámara son de panorámica: hay una rotación sobre su mismo eje para describir cómo está siendo entrevistado el chacal por los periodistas: sentado, muy constreñido, la cámara hace un movimiento vertical para mostrar los pies apresados por grilletes.
En cuanto a la progresión dramática de la película, con ella podemos lograr conmocionarnos con la narración del relato, sentir una “montaña rusa” de emociones al observarla: la exposición la encontramos cuando vemos al chacal de Nahueltoro siendo trasladado de la cárcel para reconstruir los hechos, seguido por una multitud dispuesta casi a tomar la justicia en sus propias manos. Luego, la exposición se da lugar con la vida de Valenzuela desde su niñez, el interés se despierta cuando aparece en su vida Rosa, dando la idea de una posible experiencia feliz y familiar para el protagonista, pero sucede el asesinato hacia la mujer y sus hijos, y cuando el autor del crimen se recobra de su embriaguez dándose cuenta del acto cometido, escapa. Tras encontrarse los cadáveres, la policía persigue, encuentra y apresa a Valenzuela, siendo trasladado a la prisión y tomándose su declaración, por la que le imponen pena de muerte. A la espera de su condena, el “chacal” experimenta su fase de regeneración en la cárcel, logrando que se aprecien los notables cambios del personaje luego de adquirir habilidades de sociabilidad, y poder educarse. Se plantea la posibilidad de ser indultado, pero es denegado. El clímax comienza su desarrollo cuando el chacal interrumpe su conversación con el sacerdote, es amarrado de pies y manos, y se le coloca la capucha para llevarlo al pelotón de fusilamiento. La resolución es la escena donde colocan el cuerpo del protagonista muerto, en una camilla.
Creo que el guión de la película de Miguel Littin tiene por, sobre todo, fortalezas: la descripción de la historia en el orden del relato permite interiorizarse profundamente en la vida del protagonista, dejando clara la trama en que se desenvuelve esta historia, el storyline se puede reconocer en el inicio, medio y final. Destaco especialmente el tratamiento audiovisual, bastante detallado, las expresiones de los personajes eran tan definidas que los diálogos se hacían innecesarios, y el director supo usarlos para enviar mensajes potentes: un ejemplo, previa a la muerte del chacal, el juez a cargo se encuentra gozando y riendo en una fiesta. El Estado, la “justicia” y quienes la representan y ejecutan, aplica todo su rigor hacia sujetos como el “chacal” que no serían sino producto de la propia injusticia y abandono del Estado y de la sociedad hacia individuos que han nacido en condiciones marginales. Más que debilidades, considero que los espectadores que no nposeen una noción de las inventivas narrativas en el cine, como el recurso racconto o flashback, podrían verse confusas en el hilo conductor de la historia.
*Constanza Vega es profesora del Colegio Fénix de San Antonio, y ha realizado este ensayo en el marco del Programa de formación docente «De la apreciación cinematográfica a la creación de cineclubes escolares», impartido de forma online en este primer semestre de 2016.
[1] Devés, Eduardo, El pensamiento Latinoamericano en el siglo XX. Desde la CEPAL al Neoliberalismo, Ed. Biblos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, p 135.
[2] Notas de la autora sobre cine latinoamericano en el Diplomado “Política, Cultura y Sociedad en América Latina”, Universidad de Chile, CECLA, 2012.
[3] Ver Ossa, Carlos, Historia del Cine Chileno, Ed. Quimantú, 1971, 87-88 pp.
[4] Como referencia a esta denominación, al leer los créditos de la película “El Chacal de Nahueltoro”, participa en ella “Cinematográfica Tercer Mundo”. Ver en http://www.ccplm.cl/sitio/el-chacal-de-nahueltoro-3/
[5] Mouesca, Jacqueline, Plano secuencia de la memoria de Chile. Veinticinco años de cine chileno (1960-1985), Colección Digital Memoria Chilena.
[6] Valenzuela utilizaba apodos.