El cineclub como laboratorio de artes: la experiencia de las y los estudiantes Colegio Estrella de Belén de Calbuco

Para Yenny González, profesora de arte y encargada del cineclub en el Colegio Estrella de Belén en Calbuco, el cineclub es más que un espacio de visionado de películas; es un laboratorio donde los estudiantes exploran diversas expresiones artísticas en un ambiente de libertad y creatividad. “Este rinconcito lo dejo para la libertad máxima. Es un laboratorio de artes”, comenta Yenny, quien ha convertido su cineclub en un espacio integrador para estudiantes de segundo a octavo básico, motivados por el dibujo, la animación y la creación audiovisual. 

Uno de los proyectos centrales del taller es la animación en stop motion, donde los estudiantes crean figuras y escenarios con materiales como plastilina y telas teñidas. Este proceso permite que desarrollen historias propias, dándoles control sobre cada etapa de la producción. “Los niños tienen una imaginación increíble, y el stop motion les permite plasmar sus ideas sin las barreras de la timidez, ya que no necesitan actuar frente a la cámara”, explica Yenny. Este método de animación les ha permitido experimentar con la narrativa visual y los ha motivado a explorar cómo contar historias a través de imágenes en movimiento. 

En este taller, las y los estudiantes trabajan desde el dibujo para construir historias y hacer animaciones en stop motion, desarrollando personajes y escenarios que reflejan sus intereses, marcados por la magia y la fantasía. La profesora describe cómo niños y niñas encuentran en este espacio un lugar donde sentirse cómodos y compartir sus creaciones sin temor al juicio. “Aquí nadie se equivoca tiñendo tela, todo es un juego”, enfatiza, subrayando el enfoque de exploración y experimentación que caracteriza su taller. 

La metodología de Yenny se basa en estimular la creatividad de sus estudiantes a través de la interacción con materiales concretos, lo que ha permitido que incluso los más introvertidos se sientan protagonistas de su propio aprendizaje. “Ellos aprecian lo que hacen en el taller, no sienten frustración porque todo es explorar”, afirma. Con el cine y el arte como lenguajes alternativos, los niños no solo desarrollan habilidades artísticas, sino también su confianza y comunicación, descubriendo estilos propios en un espacio de respeto y colaboración. 

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