“El trabajo del cineclub escolar está dando frutos y provocando cambios” dice Fernando Covarrubias, el profesor de música que lleva un año desarrollando un taller de cine en la Escuela Horizonte del Centro de Detención Preventivo de Quirihue.
Oriundo de San Miguel, Fernando lleva 15 años en la localidad de Ñuble con el objetivo de llevar lo que aprendió de sonido en AIEP y su trabajo en un canal de televisión a la educación en el campo. “Siempre pensé que el audiovisual se convertiría en algo esencial y mucho más para el mundo educativo, entonces quise llevarlo a la ruralidad donde todo es nuevo. Cuando conocí el Programa, supe que era la oportunidad de legitimar lo que ya estaba haciendo”, recuerda.
Después de exitosas experiencias con colegios de la zona, Fernando decidió ingresar al CDP de Quirihue para innovar con el taller de cine. El proyecto de cineclub en la Escuela Horizonte partió con una serie de reuniones con la gendarmería local y regional, la DAEM de la comuna, la jefatura de escuelas para adultos y la provincial de educación, y hoy cuenta con el apoyo de todas estas instituciones por los beneficios que ha traído para sus estudiantes.
Lo mismo desde la perspectiva de los jóvenes. “Solo tuve que salir una vez al patio a buscar alumnos y comentarles lo que estaba haciendo. Al principio llegaron nueve, pero con el boca a boca terminé con los 21 que son parte del CDP”, comenta el docente.
El cineclub se desarrolla los martes con visionado de películas completas, pero durante toda la semana Fernando incluye fragmentos de películas en sus asignaturas. El profesor explica que “el currículum escolar atraviesa todo lo que muestro, pero es solo el puntapié inicial para llegar a hablar de lenguaje cinematográfico y en última instancia lo más importante, llegar al cambio actitudinal, que es la clave de la reinserción”.
Para esta labor, los materiales del Programa Escuela al Cine han sido fundamentales. El cineclub vio todos los documentales de la colección medioambiente, lo que les dio a los estudiantes sensaciones a las que no estaban acostumbrados: “transportan su mente a la Araucanía, la cordillera de los Andes, el norte y el mar, lo que les entrega la sensación de libertad y eso me permite a mí generar la experiencia de aprendizaje”.
Los largometrajes de ficción también han sido muy útiles. “El cine permite que yo pueda formar estudiantes con tolerancia, compromiso, confianza, sentido de pertenencia y que sean respetuosos, solidarios. Si nosotros logramos eso, ya la reinserción comienza a tomar forma”, señala el profesor.
Los estudiantes comienzan a sorprenderse, juzgar y hacerse preguntas, elementos que los llevan a un aspecto uy importante para lograr la reinserción: el control de los impulsos. Fernando agrega “muchas veces no nos educan con eso cuando somos niños, y eso hace que uno pueda hacer todas las cosas malas posibles por no tener dominio propio. El cine da mensajes visuales y permite ña escucha consciente para que el estudiante pueda tener control o tolerancia sobre sí mismo, confianza y responsabilidad sobre sí mismo. Si provocamos ese compromiso con uno mismo, podemos respetar a los que están afuera, al exterior, y dañar no será tan fácil”.
Ver una película en silencio y respetar el lugar donde están es otro gran paso que los miembros del cineclub han alcanzado. Eso ha llevado a que Fernando les enseñe a trabajar storyboards y cómics: “Escriben historias de ciencia ficción, de la vida, uno que manejaba un Lada en los 80, empiezan los recuerdos, cómo era su vida, su niñez, y yo empiezo a darme cuenta de donde viene cada uno, todo lo que ha sufrido, son personas con mucho dolor”.
Después de un exitoso año de exploración, el desafío de Fernando para el próximo año es profundizar en la creación cinematográfica junto a sus estudiantes. “Tengo una tarjeta de sonido para grabar voz en off, no falta determinar cómo usar las imágenes”, proyecta el profesor.