Niña sombra

Niña sombra

Mientras edita su última película en Toronto, la cineasta María Teresa Larraín comienza a perder la visión. Decide vivir sola el dolor y cerrar las puertas de su pasado, convencida de que nunca más podrá trabajar como artista. No obstante, la muerte de su madre la lleva de vuelta a su Chile natal, el cual abandonó hace 30 años. Allí, caminando por las calles de Santiago, conoce a Andrés Albornoz (el Hombre Pájaro) y se encuentra de pronto envuelta en un mundo distinto: el de los vendedores ambulantes ciegos de la Alameda. Inspirada por su coraje, acogida por su calidez y sentido del humor, la cineasta enfrenta sus miedos y se dispone a iniciar su nueva vida.

Mala junta

Mala junta

Cuando Tano (16) vuelve a cometer un delito es enviado a vivir con su padre al campo, donde se hace amigo de un tímido joven mapuche llamado Cheo (15). Un conflicto político en el sector y las malas relaciones con sus padres, los desafían a enfrentar juntos los prejuicios con que cargan en su ya complicada adolescencia.

Los niños

Los niños

Un grupo de amigos con Síndrome de Down (SD), llevan 40 años asistiendo al mismo colegio, ya pasaron todos los cursos, llevan más tiempo ahí que todos los profesores, y hasta sus padres que antes los acompañaban, ya no están. Ahora, deberán luchar por conseguir un mejor trabajo, ganar dinero como cualquier persona, aprender a cuidarse solos y a conseguir que; a sus 50 años, nadie los mire como niños. Lo harán todo, para que nadie interfiera con sus sueños de adultos.

Rara

Rara

Que te gusten los chicos, pero igual encontrar que son estúpidos. Ser sú­per cercana con tu mejor amiga y no contarle tus secretos. Tener proble­mas en el colegio y unos papás lateros; éste es el tipo de problemas que enfrenta una niña de 13 años. Para Sara (Julia Lübbert) eso no tiene nada que ver con el hecho de que su mamá viva con otra mujer, pero su papá no piensa lo mismo.

Quilapayún, más allá de la canción

Quilapayún, más allá de la canción

En el Chile de los ’60, las canciones de Quilapayún fueron la banda sonora de la revolución. Puño en alto miles cantaron con ellos. Pero el mundo cambió y ellos también. Los sueños caídos, muerte y desilusión no fueron suficientes para abandonar el canto. Son 11 músicos que viven en Chile y Francia, hoy creen que la revolución cambió. Pero que no ha terminado.