El cineclub del Liceo Domingo Herrera Rivera de Antofagasta ha mantenido un trabajo constante desde el 2017, a cargo de la docente Alejandra Méndez. Profesora de Lenguaje, comunicación y literatura, Alejandra usaba el cine de forma intuitiva en sus clases hasta que pudo sistematizarlo al realizar el curso online del Programa Escuela al Cine.
Usando como incentivo la participación en festivales de cine juveniles, Alejandra comenzó a hacer espontáneamente ejercicios de realización junto a los estudiantes que se incorporaban al nuevo cineclub. “En el curso encontré la punta de un iceberg que iba a mostrarse con el tiempo”, recuerda.
El primer año de Alejandra en el Programa Escuela al Cine coincidió con su electivo de Lenguaje y sociedad, por lo que se le ocurrió mezclar ambas iniciativas en un proyecto en común. “Me metí mucho en la metafísica del lenguaje, cuando me puse a pensar en mis tres estudiantes sordas. Llegué a la conclusión de que había que hacer un cambio de roles y que ellas nos hicieran clases a nosotros”, cuenta Alejandra, agregando que “nos involucramos en el proceso de investigación de la vida de las chiquillas, en la cultura de las comunidades sordas. Las estudiantes que antes no conversaban, ahora eran consultadas por sus compañeros”.
Así, documentaron el proceso en un cortometraje llamado Vuelo de voz, que ganó el premio a Mejor Cortometraje Regional en el Concurso de Inclusión Todos Somos Diferentes 2017 y el Premio Canon Chile de la versión 2018 del Festival Ojo de Pescado.
La participación en el Festival Ojo de Pescado significó un gran paso para el cineclub del Liceo. A través del financiamiento SEP, los estudiantes viajaron en avión a la premiación en Valparaíso, recorrieron la ciudad, el cine Insomnia y, gracias al premio, se devolvieron a Antofagasta con cámaras y equipos de sonido.
A través de ejercicios cinematográficos, Alejandra continuó su trabajo con una nueva generación y un nuevo proyecto audiovisual: Sostener, cortometraje enfocado en la historia de Catalina, una estudiante que no tiene brazos.
“El cineclub es un grupo muy entretenido a nivel afectivo, los estudiantes llegan a otro tipo de inmersión de trabajo, con los ejercicios cinematográficos aprenden a ver ciertas cosas que pueden ser disímiles entre lo que veo yo, lo que ven sus padres, ellos mismos”, explica la profesora.
Con el inicio de las clases a distancia, a principios de 2020, Alejandra pudo comprobar esta tesis con la implementación del cineclub online: “el año pasado les pedí hacer un Minuto Lumière y salieron varias cosas interesantes, algunos desde su balcón ven otros edificios, otros ven el mar, y otros simplemente no tienen ventana”. Lo mismo ocurrió en términos de género, Alejandra reflexiona: “un estudiante filmó a su familia y se veían muy marcados los roles parentales, el papá sentado, la madre sirviendo, el dispositivo abre la posibilidad de conversar respecto a contenidos sustanciales para la vida, el ejercicio técnico es importante para sellar de alguna manera lo que podemos ver como contenido, el formato permite abordar distintos temas y miradas”.
Mientras esperan a que vuelvan las clases presenciales, los estudiantes del cineclub del Liceo Domingo Herrera Rivera continúan haciendo actividades que se desprenden de los estrenos del Programa Escuela al Cine, los que Alejandra también usa en su asignatura “como el libro que tienen que leer mensualmente”.
Del ejercicio basado en la ficha de El agente topo (Maite Alberdi, 90 minutos, 2020), un alumno realizó un cortometraje sobre su abuelo, mientras otros estudiantes usaron la técnica de stop motion para crear otra pieza en conjunto. A propósito de Los sueños del castillo (René Ballesteros, 71 minutos, 2018), tienen que filmar sus sueños, “a veces ponen barreras porque son tareas que no se solicitan muy a menudo y piensan en términos que pueden resultar bien o mal, pero el espacio de cineclub es un lugar seguro para debatir y llegar a crear algo”, concluye Alejandra.
