Desde sus inicios como estudiante de pedagogía, la profesora de lenguaje Alejandra Pinilla ha visto el cine como una herramienta pedagógica. En 2021, Alejandra activó su cineclub escolar en el Colegio Sagrada Familia de Tocopilla, donde ha fomentado la creatividad y el pensamiento crítico entre sus estudiantes de 4º medio en el electivo de literatura y con jóvenes de 7º básico a 4º medio en la academia de cine.
«El cine permite empatizar, sentir cosas que quizás no se podrían sentir de otra forma», comenta Alejandra. En el electivo de literatura, la primera unidad está dedicada a la narración, y la segunda a la narrativa cinematográfica. «Incluyo historia del cine, uso algunas herramientas del programa, hace poco les mostré a los niños los zoótropos y taumatropos que hicimos con el cineclub», explica. En este curso, los estudiantes deben crear un cortometraje desde cero, donde abordan temas como la salud mental y la violencia, reflejando sus propias experiencias y preocupaciones: “cosas a las que a veces los adultos no les prestan atención”, dice la docente.
El cineclub, que se reúne los miércoles, combina ejercicios del manual de creación cinematográfica con el visionado de películas chilenas y documentales. «En términos de creación, los chicos son bien animados», destaca Alejandra. En 2021, el cineclub participó en concursos y festivales, incluyendo una competencia sobre el COVID-19, donde ganaron el segundo lugar, y el Festival de Fútbol Cine Tocopilla en 2023, con el cortometraje Gol de tolerancia, el partido de la diversidad, donde abordaron temas como la transfobia con la historia de un adolescente trans que quería jugar fútbol en un equipo masculino.
Alejandra también está trabajando en la organización de un concurso de cine para sus estudiantes, un proyecto que recientemente recibió autorización y cuyas bases están en proceso de redacción. «Queremos empezar a ver las colecciones de cine del Programa y hacer un concurso», dice Alejandra sobre las proyecciones de su cineclub.
A pesar de las limitaciones logísticas, como la falta de un cine local y la necesidad de llevar sillas al auditorio para las proyecciones, Alejandra sueña con llevar a sus estudiantes a Antofagasta para que experimenten el cine en una sala real. «Para los chiquillos es una realidad muy ajena ir al cine a ver películas», explica, subrayando la importancia de acercar a los estudiantes a la experiencia cinematográfica completa.
El cine no solo ha servido como una herramienta educativa en el Colegio Sagrada Familia, sino que también ha permitido a los estudiantes desarrollar habilidades críticas y comunicativas. «Enseñando adecuadamente cine podríamos tener más y mejores espectadores, mejores niveles de comprensión de mundo», concluye Alejandra, sobre el papel central del cine en la educación.
